Dios nos habla al corazón de muchas maneras y a través de muchas personas. Pero cada día estoy más convencida de que Dios nos habla, especialmente, a través de esos detalles aparentemente innecesarios que adornan el jardín de otro.
Ayer se ordenó diácono mi sobrino Alvarito. Bueno, mi sobrino Álvaro, que estas nuevas generaciones empiezan a tener ya una edad y unas responsabilidades, que bien haría en empezar a llamarlos de usted.
A Dios hay que buscarle “al día siguiente”. Porque como Señor del tiempo, muchos de sus detalles están ahí, cuando ya creemos que todo ha terminado. Es cuando nos dice que qué bien todo. Como cuando una madre arropa a su hijo feliz y agotado por las aventuras que ha vivido y le besa antes de dormir y velar su sueño.
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