Nos han timado y ¡de qué manera! Políticos, lobbies y demás clubes de fútbol federados. Menudo timo tan bien «medío». Y no me refiero a las políticas de ruptura social y tomadura de pelo en general que los profesionales de lo público han colgado ya a nuestras espaldas y pretenden seguir colgando. Ni siquiera a la carga ideológica con que los grupos de influencia pretenden cargar a toda la sociedad, sin ser necesario para la convivencia y respeto de los derechos de todos. No, tampoco me refiero a la brillante cabeza federada de los clubes de fútbol de «estepaís» que se ha descolgado con gestiones de esas prohibidísimas por la ética de sus valores. Morenos. Tampoco me refiero a eso. El verdadero timo que nos han colado todos es esa suerte de estafa piramidal que ha llevado a la base de la sociedad a considerar que una disensión de ideas es un ataque personal. Eso sí que es transversal. Abarca todos los temas sociales, políticos, religiosos, económicos, sexuales, de empadronamiento, alimenticios y todos aquellos a los que no hago referencia en esta frase, no se sienta nadie ofendido ni excluido por esto, por favor se lo pido. Tomemos aire.

No incluyo en esto a todos los estratos o clases sociales porque no están todas incluidas. O sí, pero con distinto papel. Están todas las afectadas (timados, usted y yo) y la que lo promueve (timador). Esta gente ha conseguido calar el mensaje de que cualquier manifestación contraria a una gestión, legislación, decisión, opción, imposición, es un ataque personal a cualquier simpatizante, no ya de la idea o planteamiento, sino del que la manifiesta. De este modo llevamos bastante tiempo instalados en esto de que si exponemos un descontento ante la gestión o legislación de un partido político, por ejemplo, estamos atacando de personal e insultante manera a sus militantes o simpatizantes. Si usted manifiesta una idea contraria a la manera de vivir defendida por algunos lobbies, estará usted, dicen, yendo en contra de los derechos humanos de unos pocos. Y si llama la atención sobre la incoherencia en la actuación de algunos gestores es que está usted comprado por el IBEX y otras corruptelas. Me indiquen, por favor, donde debo hacer constar mis datos bancarios, que las broncas me las llevo en mayor o menor medida, pero los pagos no me están llegando.

Y esta es una estafa piramidal de libro porque los promotores que están arriba se aprovechan de la crispación y del malestar de los que están abajo. Pues han conseguido esa suerte de lealtad del que, aún sin serlo, se siente atacado, que baja al barro por una necesidad constante de refuerzo de razón, mientras en la brisa del atardecer, allá en el ático, entre copa y puro, no sólo se confraterniza con el enemigo, sino que hasta en matrimonio se entregan unos a otros. Es fácil enamorarse de los que nunca han de batirse en el barro ideológico de la vida real.

Es importante tener claro que cualquier ideología que nos impida mirar al otro, aunque sólo sea durante el tiempo necesario para discernir su bondad o dignidad, piense como piense, es una ideología dañina o mal aprendida.

Vivimos esos días en los que cualquier opinión que no confirma lo que uno piensa es errónea y, sobre todo, ofende muchísimo. Hemos pasado del «quien no esté conmigo está contra mí» del mismo Cristo, a «quien me apoye tiene subvención y cargo» y «quien no piensa como yo es «yoófobo»». Que es mucho más. Pues para eso ahora el centro somos nosotros. Cada uno. El centro soy yo.

Es una situación ridícula. Si quisiera meterme con usted, no tema, que se daría perfecta cuenta. No se alarme. Pero esto que vivimos (y a las puertas de año electoral) no es más que una estafa piramidal de unos pocos sobre muchos. Para entendernos, una estafa monumental.